El plan del viaje consistía en bajar el máximo de kilómetros por día para luego volver disfrutando por el interior. En caso de pretender llegar al desierto de Chigaga en poco más de una semana habrá que prescindir de destinos más cercanos y aprovechar la opción de autopista desde Tánger a Marrakech. Las condiciones de las estaciones de servicio a lo largo de la  autopista por ahora están óptimas, llevan estrenándose pocos años. 
A tener en cuenta en todo momento el cruce de ganado, camiones a la deriva e incluso el paso por zonas habitadas de noche, sueles encontrarte gente a oscuras en la carretera.

Descanso en Tigminou, un hotel impoluto con habitaciones separadas por jardines. Regentado por una francesa con bastante información útil sobre rutas cercanas. En nuestro caso optamos por alcanzar el lago de Finnt al día siguiente. Hay una ruta interesante que sigue desde ahí hacia Bou Azzer y vuelve de nuevo a la N-9.

No llegamos a tiempo para la visita de la Kasbah des Caids, recomendable. Nos entretuvimos en Ait Ben Hadu, visto lo que quedaba por delante hubiera pasado este punto más por encima.

Ruta de villas entre palmerales y adobe. La parada en Tamegroute no parece atractiva en la entrada, hasta que te guían a la zona de lo talleres de cerámica. Imposible encontrarlas por tu propia cuenta.

Nuestra opción para pasar la noche en Chigaga fue la del Blueman Camp. Después de dejar el coche en un parking nos recogió Yussef, para los amigos "Faina". A bordo de la jaima musical Mohammed, alias "Maidi". Nuestra reserva se realizó previamente en el Riad Hnini. Todo el equipo y la coordinación muy profesional. 

Día de aventura para la Berlingo, optamos por el camino más corto, incluso sin asfaltar, atravesando varias veces el lecho rocoso de un arroyo seco. Sin saber lo que nos depararía la pista conseguimos alcanzar la carretera de nuevo. La orografía por aquí es extraordinaria.

Tuvimos la opción de subir por la Garganta del Todra y nos decantamos por la del Dades, y esta ruta precisamente puede ser lo más bello de Marruecos, picos nevados, cortes en infinidad de capas sin envidiar al Cañón del Colorado. Las aldeas aisladas en la ribera verde del río y las casas de pastores en el puerto de montaña a 3000 metros de altura. Están arreglando esta serie de caminos, a veces asfaltando y otras adecentando. Por la prosperidad de estos pueblos pero en detrimento del carácter de aventura que impregna este paso a los foráneos.

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