Quedan para el recuerdo los encuentros con mayores descansando junto al camino, enumerando de memoria la lista de pueblos y lugares de interés que quedan por recorrer. La recomendación en modo ceremonial de un señor para plantearse hacer el camino a través de Hospitales (el tramo original), una suerte tropezarse con él. La hospitalidad a base de atención y cariño, siempre en tiempo pausado. Y el disfrute de la cocina casera, de materia prima también casera. Me quedo con la Figal de Xugabolos, en Salas, viendo caer el diluvio tras los cristales, al calor de la chimenea y cenando tras las conversaciones con la familia que lo regenta. El vino de la casa (exageradamente delicioso y suave como un tinto de verano) avivando el coloquio de la sobremesa con la camarera del Albergue "Camino Primitivo" de Berducedo. Y la madre de Miguelín, con Miguelín, justamente en el Albergue Miguelín, aldea la Mesa. Un alter ego de madre en Asturias ofreciendo conversación y, con la suerte que pude tener, el repertorio culinario ya incluso fuera de carta, la de cocina para adentro. Mis agradecimientos.

















